Existen distintos tipos de madres tóxicas
- Despreciativas, son las que ignoran o minimizan los logros de sus hijos, lo dan por descontado y creen que es lo que deben hacer. Esto genera adultos que dudan de sus necesidades emocionales, creen que no son dignos de atención con una necesidad constante de sentirse amados y validados.
- Controladoras, son las que se niegan a reconocer que sus hijos son personas independientes con una personalidad propia. Les conciben como una extensión de las mismas por lo que tienen que estar dispuestos a hacer lo que ellas quieren. Esto genera adultos que viven con una sensación de impotencia permanente, no pueden tomar decisiones ya que no confían en su juicio.
- Inaccesibles, son las distantes emocionalmente, no brindan afecto, desconectadas. Esto genera personas que no son capaces de aceptar el fracaso y las frustraciones, se sienten culpables si son felices y se agobian con responsabilidades para compensar su vacío emocional.
- Envidiosas, son las que denigran a sus hijos de manera activa y son hipercríticas por sentir celos de sus logros. Sus hijos son concebidos como rivales y recurren a la culpa y la vergüenza para aplastar sus avances, haciéndoles sentir mal o culpándoles por el fracaso de ellas mismas. Esto genera adultos sin autoestima, con mucho sentimiento de culpa y llegan a creer que son indignos de cualquier logro quitándose méritos.
- Narcisistas, son las que se preocupan en exceso por la apariencia y por las opiniones de los demás. Hay una conexión muy superficial con sus hijos porque están demasiado centradas en sí mismas, pidiendo atención y adoración que jamás llega a ser suficiente. Esto genera personas que viven con miedo a que sus palabras o sus actos puedan a ofender a otros y suelen exigirse tanto que se generan mucha tensión y mucha ansiedad.
Las madres, un tema espinoso, complicado y lleno de prejuicios sociales.
Figura intocable y sagrada en todas las culturas y a lo largo de toda la historia, sin embargo debemos analizar y aceptar que existen buenas y malas madres. No siempre una madre es una buena madre.
Ser una buena madre implica criar a los hijos de tal modo que se conviertan en personas emocional y físicamente independientes para caminar seguros por la vida.
Las madres tóxicas no siempre son madres que no quieren a sus hijos (que también las hay) sino que no saben cómo relacionarse con ellos de forma asertiva y empática:
- Aquellas que de alguna manera hacen creer a sus hijos que las necesitan victimizándose y utilizando la culpa para manipularles.
- Aquellas que convierten a sus hijas en sus propias madres intercambiando los roles de manera enfermiza.
- Aquellas que abnegadamente hacen “todo” por sus hijos para así pasar facturas emocionales imposibles de pagar.
- No pueden expresarse como madres sanas aquellas personas que no hayan superado y experimentado su propio crecimiento y desarrollo.
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Las principales características de las madres tóxicas son:
- Personas inseguras y con falta de autoestima. Hacen de sus hijos su “tabla de salvación”, ellos dan sentido y contenido a sus vidas y sin ellos no serían nada.
- Obsesivas por el control. Para ellas el control es seguridad, nada tiene que cambiar porque todo cambio es peligroso. Así, sus hijos no pueden crecer ni tomar decisiones, esto cambiaría su universo. Sobreprotección escondida detrás del amor.
- Proyección de sus propios deseos en sus hijos, apropiándose de la oportunidad de vivir de ellos, queriendo vivir y decidir sobre sus vidas como si de verdad les pertenecieran.
- Fijación por los roles de género, presionando a sus hijas para que adopten una actitud sumisa y pasiva en relación a los hombres, concibiendo el bienestar de los mismos como una responsabilidad suya como mujeres.
- Ilusión del príncipe azul, haciendo creer a sus hijas que para ser felices y estar completas necesitan un hombre a su lado.
- Prohibir o dificultar que sus hijos/as se relacionen con personas que no son de su agrado por resultar “sospechosas” por motivos tan nimios como su apariencia, formación, nivel adquisitivo, raza o cualquier otro motivo prejuicioso e irracional.
- Actitud pasivo-agresiva repitiendo sus esquemas aunque sientan el rechazo de sus hijos. Nada cambia.
- Indiferencia disfrazando de permisividad las pocas ganas de gestionar los choques de intereses entre ellas y sus hijos.
Por todo esto las madres tóxicas crean individuos llenos de inseguridad, falta de autoestima, relaciones personales de dependencia o incluso maltrato, con necesidad exagerada y extrema de aprobación, auto-exigencia ilimitada, reproducción de patrones de relación tóxicos, sentimiento de insatisfacción y vacío vital, dependencia emocional, miedo patológico al abandono, ansiedad generalizada, percepción de no merecer ser querido, rabia e ira, depresión, consumo de alcohol y otras drogas.
A esta situación de indefensión crónica hay que añadirle la incomprensión social y el abandono de los otros, ya que ésta es una realidad que se considera antinatural y que por ello éstas personas criadas en un entorno tóxico (las madres de éstas características están apoyadas por padres que no hacen nada al respecto, reafirmando a la madre en ese tipo de comportamientos y también tóxicos, estableciéndose un ambiente familiar perjudicial para el desarrollo del hijo) llegando a hacer dudar de la propia salud mental.
Al maltrato emocional sufrido tenemos que sumarle silencio, secretos y falta de apoyos, una realidad que sin ser desconocida está tapada.
Hay que decir que éstas consecuencias tan perjudiciales y determinantes en la vida de éstas personas no se pueden curar con una terapia basada en la comprensión y el perdón, entendido como un acto de indulgencia, lo que les dejaría en peores circunstancias y más solos y confusos aún.
Tampoco deformando el pasado y reinventando nuestra historia, haciéndola menos dolorosa o justificando a quienes nos hicieron tanto daño, sino nombrándolo, traiéndolo a nuestra conciencia tal y como fue, sin adornos.
Y desde ese dolor hacer un duelo, reconocer nuestra soledad y ausencia de padres asumiendo sin culpa nuestro rechazo y sin resistirnos a nuestros propios sentimientos por poco “socialmente aceptables” que puedan resultar a ojos de los demás.
Y a veces tomar la decisión de poner distancia emocional y física de quienes no supieron querernos.
FITO GARCÍA. Hipnoterapeuta clínico colegiado,
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